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domingo, 4 de mayo de 2014

¿A Quién Interesa la crispación?

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Una de las principales virtudes del proceso soberanista que está en marcha en Catalunya es su absoluta pulcritud democrática y el carácter completamente pacífico y la ausencia total de violencia con que se desarrolla, o sea, su exquisitez en todos los sentidos. Es, de hecho, un valor que está asombrando al mundo entero y puede ser, además, una de las grandes bazas para el éxito de la empresa. ¿A quién interesa entonces la crispación y el enfrentamiento?

La respuesta es fácil: es obvio que no interesa lo más mínimo a los independentistas y mucho, en cambio, a los que quieren que el proceso catalán descarrile sea como sea y, ante la evidencia de que democráticamente tienen las de perder, están dispuestos a cualquier cosa para conseguir su objetivo. La frase atribuida, y no desmentida, a Jordi Cañas -el dirigente de C’s que acaba de dejar su escaño en el Parlament al ser imputado por fraude fiscal- de que “os montaremos un Ulster que os vais a cagar” es harto elocuente de hasta dónde piensan llegar algunos y de los medios que se proponen utilizar. 

Están, desde el primer momento, intentando dividir a la sociedad catalana en función del origen de cada cual y agitando el fantasma de una “fractura social” que no existe más allá de sus esquemas mentales y, a la vista del fracaso de tácticas lerrouxistas de esta especie -iniciativas como las de Súmate, la asociación impulsada por castellanohablantes que también aspiran a que Catalunya pueda decidir libremente su futuro, son fundamentales para combatirlas-, ahora han decidido sembrar el germen del enfrentamiento físico y buscar el altercado en la calle, que es el que consideran que sería letal para el movimiento soberanista. Y, ciertamente, razón no les falta, de ahí la imperiosa necesidad de que los sectores independentistas no caigan bajo ningún concepto en la provocación.

Es en este contexto en el que no basta con condenar la agresión sufrida por Pere Navarro en su ciudad, Terrassa, ni es responsable emplearla para encrespar los ánimos en contra de la opción soberanista. Es imprescindible que los hechos se clarifiquen cuanto antes y que recaiga sobre quien los haya cometido, con independencia de adscripciones ideológicas o no, el castigo correspondiente. Pero lo que hay que evitar a toda costa es confundir una situación que es tan aislada como reprobable con la existencia de un supuesto y creciente clima de convulsión social en Catalunya vinculado al proceso de emancipación respecto de España, que, a pesar de que es justamente lo que algunos están deseando que ocurra -el PSC también se apunta a la estrategia de la crispación que hasta ahora era patrimonio de PP, C’s y UPyD-, no tiene ningún viso de realidad. Y es también en este contexto en el que habría que aplicar la misma diligencia en desacreditar los ataques que reciben otros ciudadanos por mostrar simbología independentista o pronunciarse sencillamente a favor de la independencia o los insultos y amenazas de que a diario son objeto cientos de catalanes, anónimos y no tanto, a través de las redes sociales por el simple hecho de serlo o por expresarse en catalán.

¿A quién interesa que el proceso catalán se crispe? ¿A quién beneficia? ¿A quién perjudica? Pues eso.

JOSEP GISBERT
Publicado en "La Vanguardia" - 1/5/14
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Todos condenamos la violencia, pero hay muchas maneras de hacerlo. Incluso hay formas de condena que no son sino subterfugios para convocarla. Si en las democracias es función de la política absorber, resolver o por lo menos encarrilar los conflictos, con motivo del proceso algunos políticos pretenden magnificar las tensiones y procuran que desborden su propio marco. José María Aznar fue el primero que profirió una severa amenaza a la convivencia de los catalanes. Cuando dijo que antes que España se rompería Catalunya, marcó un camino a los que le hacen caso: el objetivo estratégico de crispar Catalunya como arma contra el soberanismo. A la ciudadanía, pues, le toca estar muy alerta; a los políticos y a los medios de comunicación con un mínimo de sentido ético, abstenerse tanto de crispar como de generar o exagerar la percepción de una crispación que, en realidad, hoy por hoy y esperamos que dure, se encuentra en niveles muy bajos.

Es en la batalla por la imagen de la crispación donde hay que enmarcar la agresión a Pere Navarro, sus posteriores declaraciones relacionándola con el soberanismo y la polémica subsiguiente, que no finalizará hasta que se conozca la identidad y las motivaciones de la agresora. Un buen amigo separaba a los que desean que la mujer no tenga nada que ver con el derecho a decidir y los que esperan lo contrario. ¿Hay simetría entre unos y otros?
La respuesta es no. Unos pretenden alejar la violencia de su campo, es decir del proceso, y los otros embadurnar el soberanismo con violencia, incluso antes de saber si el episodio tiene o no algo que ver con motivos ideológicos. No puede haber más disparidad ética. Los ideólogos del soberanismo, en bloque, entienden que el civismo es irrenunciable y la crispación les perjudica, mientras que buena parte de sus contrarios, por fortuna no todos, entienden que la crispación les resulta o les puede llegar a ser muy útil.

No hablamos solo de violencia física, sino también verbal, puesto que muy a menudo la violencia verbal reiterada engendra violencia física. Llegamos por este camino al territorio de los insultos. Abundan en la red. Se lanzan desde todas las bandas, oímos decir, pero pocos se fijan en la carencia de simetría aludida. Cada vez que un soberanista profiere insultos a alguien que no piensa como él, perjudica a su causa y lamento decir, a la vista de la retahíla de declaraciones iniciada por el expresidente Aznar, que no estoy nada seguro de lo contrario. Quien invoca la crispación, la convoca y la magnifica, y es posible que la desee. Los soberanistas que insultan, y así desbordan los límites cívicos y los estrictamente políticos del debate, proporcionan a sus oponentes un material muy perjudicial para la causa que defienden.

XAVIER BRU DE SALA - Escritor
Publicado en "El Periódico de Catalunya" - 3/5/14

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