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>UN BLOG CON TUS ARTÍCULOS DE OPINIÓN, O LOS RECOPILADOS DE LA PRENSA NACIONAL, QUE NOS APORTAN SU GRANITO DE ARENA

jueves, 27 de febrero de 2014

Rajoy Horror Show

Por decirlo rápido y pronto: si mi herencia, mi hacienda y mi futuro se encontraran en manos de alguien que cree que acabamos de pasar felizmente por el Cabo de Hornos, buscaría para él -o ella- alivio en la psiquiatría y, posiblemente, intentaría inhabilitarle para no quedarme con lo puesto.
Nos gobierna alguien que ha elegido como ministro del Interior a un señor que va condecorando vírgenes, y a otro que se propone defender concebidos buscándolos bajo las piedras.

Lo del caballo de Calígula está empezando a convertirse, para nosotros, en una posibilidad no desdeñable. Es más, entre las vírgenes condecoradas y un caballo relinchando paganamente en el Senado, elijo lo último, si es que puedo elegir.

Si don Mariano cree que es cierto lo que dicen de él sus medios de comunicación subsidiados y, más mejor aún, si cree que es verdad lo que en las sesiones parlamentarias de estos días ha brotado de su propia boca, entonces nosotros tenemos otro problema añadido al de simplemente vivir en este país y conseguir que nuestros hijos salgan adelante. Tenemos que  gestionar el ego que él habita, y sus consecuencias.

Todo poder entraña pérdida del sentido de la realidad, algo que, por desgracia, nos hemos acostumbrado a asumir. Sin embargo, que casi simultáneamente en el tiempo se vean involucradas en nuestra gobernanza la Tierra de Fuego y Nuestra Señora del Amor, a mí me sobresalta, me sobrepasa y me sobre irrita.
Pero la cosa puede ir a peor.

Considerando que nos hallamos en el arranque electoral ante las europeas y que, aunque Rajoy no sea candidato, no dudará en respaldar al postulante, creyendo que le otorga un favor, ¿quién va a hacerle la foto para el póster, que le mostrará levitando? ¿Habrá un concurso público, o recurrirá directamente a Pixar?

Lo cual me lleva a otra interrogación, todavía más grave. ¿Qué ocurrirá cuando el presidente del Gobierno pierda gas en los carteles y en la vida, y se desplome sobre los españoles? Pues si la carrerilla de arranque para echarse a volar nos ha costado estar como estamos y sentir lo que sentimos -yo chapoteo en el asco hasta la campanilla-, me pregunto qué puede sucedernos cuando se desmorone, plof-plof-plof, y caiga sobre nuestras cabezas, hecha hilillos sin prestigio, su seguridad de estatua de sepulcro, y esa pose de prócer que entran en el casino con los íntimos de su círculo de medios arrecogíos sujetándole los faldones del chaqué. ¿Qué pasará si un día se mira al espejo y ve lo que nosotros? Es decir, si ve al tipo que escogió a un ministro del Interior que encuentra normal plantar en la frontera cilicios en forma de cuchillas y que hace sonar sus maracas entre las fuerzas del orden, al ritmo de cantos piadosos.


¿Qué haremos cuando el viento de la realidad barra las banderolas y arroje los pegajosos desperdicios del globo presidencial por asfaltos y aceras? ¿Tendremos que deslizarnos por las calles evitando los fanales y  ajustándonos a las paredes? ¿Cómo haremos para resistir el tsunami de caspa?
Pero la cosa puede ir a peor. 

Es decir, podríamos quedarnos así, soportando las ocurrencias. El Gobierno seguirá aumentando su presupuesto para campañas publicitarias institucionales y los medios sobornados continuarán batiéndole palmas y devolviéndole al presidente la imagen de lo que él cree ser.

Si fuera mi abuela ya le habría regalado una camisa de ruedas.

MARUJA TORRES - Periodista consagrada y 'reconsagrada'.
Publicado en "El Diario" - 26.2.14

miércoles, 26 de febrero de 2014

Medias Verdades y Mentiras

Mariano Rajoy: "En el pasado mes de diciembre, la cifra de desempleados en España descendió en 169.000 personas con respecto a la de diciembre de 2012. Es la primera caída del paro en España desde el año 2007".
Es una media verdad. El paro registrado baja, pero no porque "hayamos atravesado con éxito el cabo de Hornos", como presume Mariano Rajoy. Es un poquito menor porque la gente emigra y porque hay tan poco trabajo que muchos ni se molestan en buscar y no se dan de alta en los registros públicos de empleo. ¿El dato que hay que mirar? El de personas con trabajo, los cotizantes en la Seguridad Social. Y en 2013, por mucho que presuma Rajoy, se destruyeron 85.041 puestos de trabajo.
Es posible que este año el empleo mejore un poco; hasta las plagas bíblicas fueron sólo siete, como años llevamos de crisis. Pero las perspectivas no son como para brindar: del 26,4% de 2013 vamos a pasar a un 25,7% en 2014 y un 24,6% en 2015, según las previsiones de la UE. Con este pronóstico, Rajoy se presentará a las elecciones con más paro del que se encontró cuando ganó. ¿Cuál es el éxito entonces? ¿Qué tiene que celebrar?

Rajoy: "Los titulares podían ser aparatosos, en algún grado injustos, pero era lo que había".
Tiene su aquel que un presidente que lee el Marca en un país donde, misteriosamente, han caído los tres directores de los principales diarios de pago en apenas dos meses presuma de lo que mejoran los titulares en los últimos tiempos. Y tanto. Y más que van a mejorar, con la tasa Google o con ese 24% de aumento en el presupuesto para publicidad institucional. Pero ¿es indicador del buen hacer del Gobierno lo guapo que salga el presidente en los titulares de La Razón o el ABC?

Rajoy: "La posibilidad del rescate, el abandono del euro, la desconfianza, son palabras que ya no tiene sentido ni siquiera mencionarlas".
El rescate no fue una posibilidad hipotética de la que el PP nos libró. España fue rescatada, por mucho que Mariano Rajoy no lo quiera asumir: eso fue lo que pasó con ese "crédito" en "condiciones muy ventajosas" que el Gobierno nos vendió hasta con una campaña de publicidad institucional. 
Un titular de 2012, ya que hoy estamos en el día mariano de la revista de prensa: Tu dices tomate, yo digo rescate. "España insiste en que ha aceptado un crédito para recapitalizar sus bancos. Otros, sin embargo, lo llaman como lo ven", publicó (con razón) la revista estadounidense Time.

Rajoy: "Partíamos de un déficit del sector público del 9% en 2011 y, desde el principio, acometimos un ajuste estructural sin precedentes y sin comparación en las grandes economías avanzadas".
Rajoy recuerda el déficit de 2011 pero no ha querido hoy dar detalles sobre cómo ha quedado el déficit de 2013, que aún está por publicar. No lo ha hecho porque, a pesar de los recortes, las previsiones del Gobierno han vuelto a fallar y la Unión Europea ha anunciado hoy que España cerró el año con un 7,2% de déficit, en vez del 6,5% que prometió Rajoy.
El porcentaje incluye el coste de ese rescate a la banca que, según el presidente, nunca pasó pero que ha elevado nuestra deuda a su peor momento desde que España perdió Cuba. Cuando el PP ganó las elecciones, la deuda era del 68,5% del PIB. Hoy estamos ya en el 94% y el año que viene superará el 100%.

Rajoy: "Cuando se aprobó la reforma laboral, el paro crecía. Hoy, se reduce. [...] Por primera vez en toda la crisis, señorías, podemos decir que hay menos parados que hace un año".
Desde que se aprobó la reforma laboral, hace dos años, se han destruido 675.000 puestos de trabajo y el paro ha aumentado en 256.800 personas. La reforma no sólo ha ayudado a que esta enorme destrucción de empleo saliese muy barata, también ha servido para rebajar el poder adquisitivo de los salarios, por mucho que Montoro asegure que los sueldos siguen creciendo en España. ¿Ha servido la reforma laboral para crear empleo? Se mire por donde se mire, es evidente que no.

Rajoy: "Es más, los trabajadores que ganan menos de 12.000 euros al año, no pagarán el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas".
Hoy el mínimo exento está en 11.162 euros. Así que hablamos del 24% de 848 euros en un año, en el mejor de los casos.

Rajoy: "La contratación indefinida de nuevos trabajadores tendrá una tarifa plana de cotización a la Seguridad Social de 100 euros. [...] Esto supone, por ejemplo, para un sueldo bruto al año de 20.000 euros y que el importe de su cotización a la Seguridad Social es de 5.700 euros, cada nuevo empleo creado, la empresa pasará a ingresar solamente 1.200 euros, es decir, en este caso concreto estaríamos hablando de una rebaja en las cotizaciones sociales de un 75%".
Falso. La letra pequeña dice otra cosa, como suele ser habitual cuando habla el presidente. Y en este caso concreto, un empresario pagaría 2.460 euros, no 1.200, porque a Rajoy se le olvidó añadir que sólo se rebajan las contingencias comunes pero no otras partidas de la Seguridad Social. Y por eso su tarifa plana sería, en este caso concreto, de 205 euros.

Rajoy: "Cuando tantas voces profetizaban el apocalipsis de las pensiones, fuimos capaces de lograr que, de ninguna manera, el sacrificio alcanzara a los que ya no contaban con otro recurso".
El apocalipsis tiene cifra: está en los propios informes del Gobierno, que calculan en 33.000 millones de euros el recorte en poder adquisitivo de los pensionistas entre 2013 y 2022. Es el resultado de la reforma de las pensiones que aprobó en solitario el PP.

Rajoy: "Del mismo modo que fuimos equitativos en el reparto de las cargas, queremos serlo ahora cuando lleguen los beneficios".
¿Equitativos? No lo parece: España es hoy el país de Europa con mayor desigualdad económica. Hasta hace poco nos pasaba Letonia, ahora ni siquiera. Ni Portugal ni Italia ni Grecia: es España el país menos equitativo de la UE. Hay más de tres millones de personas que sobreviven con menos de 307 euros mensuales y una pobreza infantil del 26,7%. 
Como dice el propio Rajoy –aunque para presumir de lo bien que va todo–, "esto es una realidad innegable. Se le pueden añadir matices y colores". Pero esto es lo que hay.

Es probable que en 2014 la economía mejore en las grandes cifras. Ojalá el Gobierno acierte en sus buenos pronósticos, pero sería la primera vez. Y por mucho que el PIB suba un 1%, la crisis seguirá siendo igual de dura para esa inmensa mayoría de ciudadanos que no tienen cuenta en Suiza ni viajan en coche oficial.

IGNACIO ESCOLAR - Director de "El Diario".
Publicado  el 25.2.14

Envidia Periodística

A mí Jordi Évole, me la coló. No me duelen prendas decirlo. Me pareció un gran reportaje de ficción con tintes de realidad. Reconozco que su programa me había dejado de enganchar porque, sinceramente, había caído en la repetición, salvo excepciones como la del domingo. Es evidente que esta es mi opinión como espectador y, aquí está la clave de todo, como periodista (o por lo menos que busca seguir siéndolo).

La emisión de Operación Palace consiguió remover conciencias vapuleando ese episodio del pasado (no tan lejano) que, por ejemplo yo, viví con una sensación de terror por ver como mi tía lloraba aquel 23F. Por mi edad desconocía el motivo de los sollozos, pero era evidente que lo ocurrido no era bueno.

Así que un programa de televisión, más allá de entrevistas de estrella a estrella, espacios trucados para aprender a bailar, cocinas sucias o películas de medio pelo (como diría Montoro), enturbió nuestra paciente espera de los acontecimientos post-crisis. Lo hizo al recordar uno de los momentos más complicados de la historia de este país, que todo el mundo solo rememora con documentales surgidos del ‘refrito’ de otros. Y los hechos, siendo los mismos, se pueden narrar de otra manera.

Pero me quedo con la reacción del populacho. Y aquí no incluyo a la audiencia. Con el término en cuestión me refiero a la casta periodística; la misma que es capaz de poner el grito en el cielo aludiendo sotto voce a un corporativismo trasnochado porque alguien critica el mal hacer de una presentadora (o presentador) de televisión, guapa (guapo) utilizando para ello calificativos demasiado gruesos sin preguntarse siquiera si es buena o mala la labor de la/el periodista. O que no mueve un dedo por el cierre de medios en provincias… ¡Ay, pero cuando llega a la capital! Entonces tocan a rebato y todos nos tenemos que unir contra la injusticia que supone el dejar huérfana de periodismo a esta democracia (frase real donde las haya).

Algo similar ocurre estos días. El mismo domingo, Twitter echaba humo (TT mundial). Tocaba dar una vuelta virtual con la tentación de incorporarme al debate abierto en la red de los 140 caracteres. Leí cosas de la gente normal y corriente: “Este país es una mentira”, “Todos engañados”, “Vaya con la clase política y los periodistas”, “Vivimos en una España de farsa…” que se transformaron en una especie de suspiros de alivio previos a los elogios al término del programa: “Buenísimo Évole“, “Nos la ha colado a todos“, “Y yo q había encontrado la conexión entre Garci y el Gob…“; más o menos, parabienes del público, de la audiencia en general (aquí están incluidos tanto los formados académicamente, como los que no, para aclarar dudas).

Entonces decidí ampliar mi paseo tuiteriano por los perfiles de conocidos nacional, regional o provincialmente periodistas y el primero fue: “Al minuto 5 sabía que era un fake”. Insisto en que a mí me la coló. Pero, es evidente que al autor del mencionado tuit no y como a él, a otros muchos de ese populacho mediático al que me refería antes, con nombres conocidos y otros no. Hablo de periodistas. Y, la verdad, uno empieza a entender la situación de esta profesión.

Más de una vez he repetido aquello de que los periodistas escriben para… el resto de periodistas. Yo mismo caigo en esto (hoy un poco, o mucho) obviando en realidad a quienes se encuentran al otro lado de la pantalla, leen el periódico (también digital) o escuchan la radio. Y ese es el quid de la cuestión. Al final resulta que las críticas al programa de Jordi Évole (y miren que lo he criticado yo) llegan, sobre todo, de… periodistas. Los que nos creemos poseedores de la verdad absoluta, somos capaces de extraer de nuestro cerebro los argumentos más rebuscados con el único fin de desprestigiar, sin pararnos a pensar que cada vez nos parecemos como gremio a otro al que acusamos en nuestras columnas, noticias, propagandas, etc, de “estar alejado de la ciudadanía”. Otro ejemplo reciente se vivió hace unas semanas con la salida de Pedro J. Ramirez de El Mundo.

Por eso creo que al final Évole se la coló también al gremio, antes llamado cuarto poder y ahora, según el último spot de McDonalds, simples “mensajeros de los buenos días”, y esas, amigo mío, son palabras mayores. Es conocido que los periodistas conocemos un poquito de muchos temas y mucho de ninguno. Que alguien nos lo diga tras una hora de documental…

Por lo tanto, Operación Palace logró uno de sus objetivos: remover las conciencias de los profesionales de la información. Estoy seguro de que el propio Évole había calculado el fenómeno de la envidia periodística, extendida como una auténtica pandemia. El segundo objetivo, las redes sociales que ahora mandan en todo, evidentemente también lo consiguió.
Otro dato sin importancia es que batió el récord de audiencia en La Sexta (programas no deportivos) aunque esta es una meta menor. Al fin y al cabo ¿Qué tienen que opinar los espectadores sobre una parodia de este tipo? ¡Pero, si no son periodistas!

Por cierto, no sé si lo había dicho pero a mí me la coló. Ahora me voy escuchar otro programa de ficción ya que me he aficionado al género: El Debate sobre el Estado de la Nación. Sin embargo, como todavía conservo algo de populacho, creo que estas mentiras piadosas no me las trago, así que ya anuncio que “a los 30 segundos sabía que el #DebateSobreElEstadoDeLaNación era un fake“.

VICENTE G. RIVAS - Periodista.
Publicado en "El Plural" - 25.2.14

domingo, 23 de febrero de 2014

Huir del Régimen Setentayochesco

Creo seriamente que el movimiento independentista es de mejor que le ha pasado a España en los últimos años. Mundial aparte. Y no, no es una boutade ni una provocación. Es una invitación política. A la demolición (controlada y sincronizada sería ideal) del R78 (régimen del 78).

Eso que Jordi Borja ha bautizado creo que acertadamente como Movimiento Popular Catalán (MPC) desligándolo, aunque sea para su uso y observación, de las cuatro barras y yendo a su músculo desnudo: gente organizada en la calle. Gente que además ni intenta la reforma del R78 sino su superación y que lo quiere hacer ya, en pocos años.

De hecho, el mismo tipo de gente que pudo estar en Sol, las mismas demandas de las mareas, la misma clase media depauperada, estudiantes, profesionales y el trabajador organizado. El mismo vértigo a la sociedad que nos han dibujado para cuando salgamos de la crisis. La misma desconfianza hacia el poder financiero de la troika y de Bruselas pero con un proyecto diferente, es cierto.

Y aquí es donde llegamos a uno de los meollos del problema. Utilicemos una encuesta reciente sobre las formas de Estado. Venía a decir que una parte territorializada de los españoles apostaba por un Estado unitario. En concreto, el 40% de los murcianos quería el Estado centralista mientras que, digamos, un 40% de los catalanes quiere la independencia. ¿Qué hacemos?, ¿cómo se soluciona esto?...
Muy sencillo. Con libertad. Porque en este caso, el catalán no quiere obligar a un murciano a independizarse de España. Sin embargo,  muchos sí creen poder obligar a los catalanes a vivir tal y como ellos quieren. 
Viene aquí la otra palabra que lo solucionaría todo: plurinacionalidad. En España hay varias naciones políticas. Se divide la soberanía y entonces la vieja noción de libertad de los pueblos rearticula los que quieren centralizarse con los que desean bilateralidad.
Dos palabras, libertad y plurinacionalidad que no hacen daño a nadie y que, también, romperían el consenso mítico en el que se basa el R78 que, por si no lo han notado, es también  en sí mismo, un sentimiento identitario.
Abundemos pues en la divergencia de intereses entre los destituyentes españoles y los catalanes.

Uilizaremos ahora la metáfora del divorcio que no es la mejor pero que nos interesa. Con ella, podemos afirmar que la gente, en general, se divorcia DE no CONTRA. Es decir, el divorcio es una renuncia, una deserción, una derrota al fin y al cabo. En ningún caso un conato de agresión. Marchar no es agredir, es el movimiento contrario. Pos eso marchar de España no puede ser nunca una agresión, es conceptualmente imposible. Puede ser una decepción como lo es también para muchos catalanes comprobar que no nos encontramos a gusto dentro de este proyecto. La independencia catalana tiene, según se mire, un aire de derrota, de dimisión, de renuncia y tristeza por todo aquello que podía haber salido bien. Pero tras ellos, se abre la posibilidad fresca de una nueva forma política y de una relación igualitaria y respetuosa entre los pueblos de España. O, al menos, entre los catalanes y los demás.

El divorcio catalán es con el Estado español, no con los españoles. Eso es clarísimo e innegable. ¿O es que alguien piensa que un indepe con familia, novia, socios o recuerdos en cualquier lugar de la Península desea romper con ellos y no volverlos a ver? ¿Acaso el independentista, como aquellos viejos comunistas del franquismo, vuelve a tener rabo y cuernos?

No puede haber agresión ni insulto en la constatación de que estamos mal gobernados. Todos. Catalanes y el resto de pueblos españoles. Que el proyecto ha fracasado, y no por odio entre nosotros. No porque nuestras religiones, acentos o procedencias nos hayan separado. Ha fracasado porque quienes llevan casi cuarenta años gobernándonos nos han alejado. Nos han alejado del poder, de su examen y fiscalización. Y nos han hurtado de la agenda los temas relevantes que no podían tocarse en el 78 y que han desaparecido totalmente del debate. No es que no podamos vivir juntos, es que no podemos vivir bajo la misma oligarquía, la misma estructura de poder descarado e inamovible. Desde La Caixa a la duquesa de Alba. De la Audiencia nacional al Círculo Ecuestre.

Nosotros marchamos con el mensaje hacia los otros españoles de que les esperamos. Los catalanes nos piramos de este Reino de Zarzuela con la confianza de que pronto lo harán los otros. "Pero estoy seguro de que la mayoría de catalanes no quiere salir de España: quiere salir de  esta España, que no es lo mismo. Pero es que de  esta España somos muchos los que queremos salir". Y es esta una idea que encuentro especialmente excitante: hacer de la República Catalana un tema de orgullo y un refugio para todas las fuerzas de la España rebelde que también quieran, como nosotros, huir de la monarquía carca y del régimen setentayochesco.

Cuando el capitán Maia y sus tanquistas de la Escola Práctica de Cavaleria ayudaron a derrocar la dictadura portuguesa durante la Revolución de los Claveles, muchos españoles bajo la bota franquista vieron en ese movimiento un gesto premonitorio de la libertad próxima. ¿Por qué hoy no se puede ver la Rebelión Catalana con una sensación similar de aire fresco y de libertad ciudadana soplando en este caso desde el Levante? ¿O es que sólo porque sea catalana ya no puede/debe ser útil una rebelión para cualquier pueblo?

Estoy convencido de que muchos españoles razonables están deseando tanto como nosotros que la rebelión llegue a buen puerto porque eso significará sin duda alguna el fin del 78 y la necesidad de establecer nuevos periodos constituyentes. Por lo tanto se puede asegurar a todos los españoles que los esperaremos con la mano abierta al otro lado de la libertad. El proceso destituyente catalán no es ni ajeno ni agresivo con aquellos movimientos y personas que también quieren destituir las estructuras del 78.
Por lo tanto, considero inteligente que todos aquellos que pretenden la sustitución radical del régimen abandonen sus prejuicios étnicos o identitarios y vengan a conocer y (como dicen los capitalistas) sinergizarse con nosotros. Somos catalanes pero también somos personas.  Somos también republicanos.

Quien quiera iniciar un proceso constituyente en España debe estar con la rebelión catalana. Y nosotros con ellos. La independencia entendida no como marcha o aislamiento sino como refundación de las relaciones entre las naciones ibéricas se encuentra tanto en las formas como en el espíritu de la rebelión. Nos vamos, sí. Nos vamos del Reino podrido y iniciamos nuestro camino. Pero miramos a los lados, a nuestros hermanos, a la familia y amigos que también quiere sacudirse esta Indisoluble imperial y fanfarrona.

ANTONIO BAÑOS - Escritor y periodista.
Publicado en "El Diario" - 22.2.14

sábado, 22 de febrero de 2014

La Revolución del Cabreo

Si el cabreo tuviera consecuencias políticas, la revolución habría estallado en España hace tiempo. En mayor o menor medida todo el mundo está cabreado, disgustado, irritado con la situación, aunque en cuantía insuficiente. Nos manifestamos con cierta frecuencia y por parcelas, y todo lo fiamos a elecciones venideras, de las que por otra parte nada esperamos.

Pero entretanto el PP y el Gobierno siguen tejiendo la tela de araña de su imbatibilidad. Son más astutos, y más bordes, que la izquierda. Su capacidad de maledicencia y rebote es infinita, ¿Pillan a uno de los suyos con una cuenta opaca en Suiza? A nosotros que nos registren. ¿Europa reclama explicaciones sobre las pelotas de goma en el mar de Ceuta? Farfullan y salen enchulecidos. El PSOE da coces, pero no acierta en los objetivos. IU hace lo que puede, pero ya se sabe que puede poco, gobierna poco y propone menos, como acusa la nueva vedette socialista Elena Valenciano.

Lo preocupante es que la verdadera causa reside en que la inmoralidad política del Presidente del Gobierno se identifica con la de sus votantes. Si hace falta cambiar la ley del aborto y admitir que se puede asesinar a un feto deforme, se admite y ya no se admite, en un alarde de inmoralidad ética y oportunismo político. Si hay que cambiar ‘precipitadísimamente’ la ley de justicia universal para contentar a China, se cambia. Si hay que endurecer la ley de extranjería para poder echar en caliente a inmigrantes pobres, desvalidos y sin papeles (¿pero qué extraña y vomitiva figura es ésa de seres humanos sin papeles?), se endurece sin piedad ni mínimo respeto a los derechos humanos, y sin recordar que cuando los visigodos y los árabes nos invadieron no había fronteras pero fundaron España. 

Si Rato cobra 522.000 euros de pensión por el corto tiempo que ha estado en Bankia para arruinarla, aparece sonriente tocando una campanita, los cobra y se dice que el PP no tiene nada que ver en su nombramiento. Si Coca-Cola despide aun con grandes beneficios, para eso se hizo la reforma laboral, tan beneficiosa para los trabajadores. Si una pobre mujer marroquí con los famosos papeles y más de diez años en España no sabe dónde está Almería cuando la examinan, se le niega la nacionalidad. Todo es así, una inmoralidad continua, en lo grande y en lo pequeño. No hay ni una sola disposición legal que no sea una inmoralidad. Se reducen diputados autonómicos para ganar elecciones con la ley electoral que tenemos, se alteran currículos de candidatos andaluces y el tipo no se inmuta en su pretendida simpatía. Si la Iglesia ha percibido dos millones de euros más de la declaración de la renta, la norma es la norma, dicen, aunque la gente no coma.

El personal se queda en la boca abierta y el cabreo. Las eléctricas se van de España, ellas sí ferozmente cabreadas, y el Gobierno suplica en vez de asestarles testarazos contundentes, si hay que avalar a Sacyr para que termine la ampliación del canal de Panamá, se le avala en semisecreto y aunque nos cueste una pasta. Todo es un cachondeo, una triste e indignante cachondeo, una repugnante inmoralidad. Hacen lo que les sale de los cojones, ante lo único que nos queda es la revolución del cabreo, como se sabe terapia relajante pero que no cura.

Porque si no cabe la revolución violenta, si no se pueden anular todas las leyes causantes del desastre, si es imposible cambiar el sistema, si votar cada cuatro años y permanecer mientras inactivos es inútil, ¿qué perspectivas nos quedan más allá del cabreo crónico, será posible que tanto megacabreo no conduzca a ningún camino y se desperdicie política y socialmente en medio de desabridas chácharas?
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Gota NO SÉ, NO RECUERDO, NO ME CONSTA: La actitud de esta señora, esta tomadura de pelo hacia un país, sí que cabrea y conduce a hacerse directamente republicano.
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Gota HOSPITALARIA: ¿Será cierto que los pacientes del Hospital de Alicante deben llevar sus propias sábanas, mantas y toallas, como denuncia UGT?

ARTURO GONZALEZ - Periodista
Publicado en "Público" - 20.2.14

¿Ubi Sunt?

Sí, ¿dónde están? ¿Dónde están los intelectuales que en 1924, en plena dictadura de Primo de Rivera, firmaron un manifiesto en favor de la lengua catalana? ¿Dónde están los Gregorio Marañón, Ramón Menéndez Pidal, Concha Espina, José Ortega y Gasset, Azorín, Ramón Gómez de la Serna, Federico García Lorca y Manuel Azaña, entre muchos otros, que afirmaron querer «cumplir con un verdadero deber de patriotismo diciendo a Cataluña que las glorias de su idioma viven perennes en la admiración de todos nosotros y serán eternas mientras imperen en España el culto y el amor desinteresado a la belleza»?. Dónde están estos intelectuales no es difícil de adivinar: todos traspasados. ¿Pero dónde están los actuales? ¿Ubi sunt?

Es fácil aducir que no estamos en dictadura y que el catalán puede defenderse solo. Con Primo de Rivera las cosas empezaron a ser peliagudas para la lengua catalana (aunque como dictador no dejaba de ser un aficionado al lado del siguiente) y solo la pericia de algunos sirvió para lidiar con prohibiciones absurdas que llegaron a la rotulación comercial; al poeta y pastelero J.V. Foix, por ejemplo, se le ocurrió rotular su oferta con expresiones «bilingües», legibles en ambos idiomas, en una expresión de pillería lingüística que dio perlas célebres, como los «postres del país», la «bombonería selecta» y la «pasta seca superior». La enseñanza en catalán ni que decir tiene que no tuvo tanta suerte y fue borrada del mapa.

La democracia es garante de nuestros derechos, pero hasta la fecha jamás se había aplicado la dinámica de las mayorías a cuestiones científicamente demostradas o admitidas, como lo es la unidad de la lengua catalana. Y en cualquier caso, si la diatriba y la ambición políticas llevan a tales derroteros, es la intelectualidad quien debe dar un paso al frente y denunciar, como lo hizo en 1924, derivas que pueden llevar a la ignorancia, la frustración y la desafección. En este sentido, es cuando menos sorprendente que, desde el mundo intelectual hispánico, no haya salido ninguna voz medianamente sólida y coral que rebata los disparates en materia lingüística que desde algunos gobiernos autonómicos se están elevando a categoría de legalidad.

La ley de lenguas en Aragón, con la designación del catalán y el aragonés como lapao y lapapip, respectivamente, es un burdo caso de falta de respecto elemental a la riqueza cultural (la Constitución, en su artículo 3.3, ya prescribe que la diversidad lingüística española deberá ser «objeto de especial respeto y protección»), mientras que la obsesión del gobierno de Fabra por negar la identidad del catalán y el valenciano raya el ridículo, al discutir una cuestión filológicamente diáfana.

Al paso que vamos, la propia Real Academia de la Lengua Española se ganará un recurso en los juzgados, al atreverse a atentar contra la legalidad vigente por una definición de valenciano que, imagino, debe de tener décadas: «Variedad del catalán, que se usa en gran parte del antiguo reino de Valencia y se siente allí comúnmente como lengua propia». ¡Variedad del catalán, inaudito!

¿Y la intelectualidad hispánica? De momento no está, pero se la espera. Quizás baste terminar con una frase del mismo manifiesto de 1924, toda una demostración de empatía interterritorial que no nos vendría mal: «Es el idioma la expresión más íntima y característica de la espiritualidad de un pueblo, y nosotros, ante el temor de que esas disposiciones puedan haber herido la sensibilidad del pueblo catalán, siendo en lo futuro un motivo de rencores imposibles de salvar, queremos con un gesto afirmar a los escritores de Cataluña la seguridad de nuestra admiración y de nuestro respeto por el idioma hermano.
El simple hecho biológico de la existencia de una lengua, obra admirable de la naturaleza y de la cultura humana, es algo siempre acreedor al respeto y a la simpatía de todos los espíritus cultivados». ¿Ubi sunt?

RUDOLF ORTEGA
Publicado en "El Diario" - 21.2.14

martes, 18 de febrero de 2014

España, Nepotismo y Corrupción

  En España ganar unas elecciones equivale a haber sido agraciado con el premio Gordo de la lotería. Y de tal cuantía que se benefician familiares, amigos e incluso alguno que pasaba por allí poniendo buena cara al líder. Nada que ver con el servicio público que se presuponía a la profesión de político. El voto mayoritario implica contar a plena disposición con el cuerno de la abundancia. En dinero y en especie.
La práctica se da en diferentes grados y no es exclusiva de España. El peligro reside cuando se hace con el mando un mediocre, con vocación de Tiranorzuelo Rex que no ha querido evolucionar desde las aprendidas viejas costumbres de casta en las que se crió. En ese caso, su gestión puede ser letal para la sociedad.

  En España, según parece, es suficiente para acceder a un cargo de notable responsabilidad y remuneración, haberse mantenido al lado del politico, ahora ganador, en sus días bajos. Haberle sustentado cuando los contrincantes querían abatirle. Lo hemos visto con Arsenio Fernández de Mesa, cuya fidelidad a Mariano Rajoy le depara pasar de un puesto a otro haga lo que haga. Vio adoquines de fuel en el Prestige que se hundirían mansamente en el agua, desde su cargo de delegado del gobierno en Galicia. Director de la Guardia Civil, en la actualidad, se quita de encima con soltura los cadáveres de 15 emigrantes fallecidos mientras eran acorralados en el agua por efectivos bajo su mando. Todo el gobierno en realidad exhibe la misma actitud, la de siempre: no va con ellos. Les ha tocado la lotería. La que distribuye el poseedor del boleto. Y cuela.

  Desde el poder uno puede, en España, repartir prebendas en ausencia hasta de un sentimiento tan primario como es el pudor.  Véase el caso de regalar a los Registradores de la Propiedad el Registro Civil. Se trata de la profesión de Mariano Rajoy y varios de sus familiares. De parientes del ministro de Justicia, autor directo de la norma. Pero además ese cuerpo es una anomalía en Europa donde su trabajo lo realizan funcionarios, sin costo para el usuario. Es decir, en lugar de ser europeos y registrar propiedades gratis, el gobierno ordena –aumentando sus privilegios- que acudamos también a ellos para gestiones como anotar nacimientos, bodas o defunciones.

   Aquí cuela todo. Y eso es lo más preocupante. En un país con casi 6 millones de parados, vemos la facilidad con la que encuentran trabajo –y excelentemente remunerado-, hijos, maridos, mujeres, amantes, hermanos, amigos fieles, el tipo que te hace la declaración de la Renta y que puede acabar presidiendo una Caja de Ahorros, chóferes, entrenadores personales. De ahí a nombrar alto cargo al caballo –emulando a Calígula- hay solo un paso.

  No puede aducirse que sean gentes en general de especial preparación o aguda inteligencia. El mediocre no quiere al lado nadie que le supere. Personas como Fátima Báñez, Ana Mato, José Ignacio Wert, Cristóbal Montoro, José Manuel Soria  y prácticamente todo el resto forman parte de el gobierno de los mejores que se prometió –y también se incumplió-. Hablan con Dios y se encomiendan a Santa Teresa, mientras, insensibles, siguen sin dimitir ante la tragedia –absolutamente evitable- de Ceuta. Lo que está pasando en España es un auténtico delirio.

  Lo peor es cómo infiltran sus piezas en todos los órganos de decisión e influencia. Ganar las elecciones en España es inocular en el Estado la ideología y las formas del triunfador. Están en todas partes. Hasta con tibios disfraces. 
Asemejados a espectadores de una película –de terror- advertimos subir y bajar en el escalafón a los validos y validas, como en las cortes medievales. Ya ni estar al quite siempre, mentir más allá del ridículo y adular al infinito es garantía de permanencia.

   Y tiene consecuencias. Graves. Un país basado en el nepotismo en lugar de en el mérito, en caciques y círculos de amiguismo, es caldo de cultivo para todo tipo de corrupciones e ineficacia. Es el sumidero por donde se van nuestro nivel de vida y nuestros derechos. Cuando se llega a tal degradación, la respuesta desde el poder es el palo y la multa, la violencia para reprimir la protesta, y las reformas de leyes y órganos judiciales que den contexto legal a actuaciones injustas. Aguardando, quizás, que un estallido social ampare mayores desafueros… y mayor impunidad.
 Esta sociedad desconcertada y desesperada anda pidiendo ante este panorama algo o alguien que ponga freno a esta locura. Y es cosa de cada uno.

   No es imposible erradicar el nepotismo. Se trata de que un cambio de partido en el gobierno no conlleve, por ley, un cambio de arriba abajo en la Administración. Prohibir el reparto del botín de los cargos y empleos. El sustrato fundamental ha de estar formado por profesionales cualificados.

   La mayoría absoluta no puede amparar un cambio de régimen. No es un cheque en blanco. Y engañar para llegar al poder e incumplir el 90% del programa electoral ha de implicar necesariamente la destitución y convocatoria de nuevas elecciones.

   Todo ello sería factible con una separación real de poderes y con una Justicia regenerada. Los órganos judiciales y, en particular, el Fiscal General del Estado, no pueden seguir siendo elegidos por los partidos.
Lo imposible es seguir manteniendo esta continua degeneración. Claro que los cambios no los traen hechos a casa. La tarea es de los afectados, los beneficiarios de las prebendas jamás harán nada por perderlas. La gente ha de convencerse de que, unida y con presión constante, tiene poder para enderezar los cimientos. Y ponerse a ello, también ha de actuar. Frenar el inaudito ritmo de destrucción que estamos sufriendo, a un paso de lo irremediable. 

ROSA Mª ARTAL - Periodista
Publicado en "El Diario" - 17/2/14

lunes, 3 de febrero de 2014

La Herencia Recibida

Tanto quejarse Rajoy de la herencia recibida de Zapatero, cuando la que de verdad le aplasta desde hace años es otra herencia también recibida y más ineludible que aquella: la herencia dejada por Aznar, el PP aznarista que diez años después sigue dándole disgustos.

Primero en la oposición, y ahora en el gobierno, Rajoy lleva años aguantando desplantes del ex presidente y su gente. No solo eso: todo aquello que más ha dañado al PP ante sus votantes forma parte del mismo fardo, la herencia aznarista recibida.

Empezando por el propio Aznar y su rencor una y otra vez ladrado por las esquinas; continuando por su inepta señora, que al frente del ayuntamiento conseguirá que el PP pierda la alcaldía tras más de veinte años; y siguiendo por los restos de la corte aznarista que, aunque ya fuera de la primera línea, siguen molestando lo suyo, como Esperanza Aguirre o el ahora apartado Mayor Oreja. Los versos sueltos, los nostálgicos, los guardianes de las esencias, la incontrolable FAES, o la extrema derecha que hasta ahora se sentía en casa: todos ellos quedaron tras la marcha del líder, y han sido siempre más leales al ex presidente que a Rajoy.

Herencia recibida son también la política antiterrorista, la relación con una parte de las víctimas de ETA, la paranoia post 11M, o el discurso monolítico hacia Cataluña. Es cierto que Rajoy no se ha esforzado demasiado por cambiar el paso, pero no sabemos si por convicción total o además por miedo a que, como le ocurre ahora, en cuanto afloja un poco le muerden los suyos, o se le marchan de un portazo y le montan un partido a la derecha de la derecha de la derecha.
Al legado de Aznar habría que apuntar también buena parte de la corrupción que hoy enfanga el partido, desde Bárcenas y las cuentas en B, a la Gürtel retratada en el álbum de boda de los Aznar-Botella, pasando por los escándalos autonómicos y locales que han estallado ahora pero que se incubaron muchos años atrás. No sabemos si de verdad Rajoy quiso romper con esas prácticas cuando tomó las riendas del partido, como sostiene la versión Cospedal: pero a él le ha tocado comerse todos los marrones y sapos, aunque se los encontrase en el cajón al llegar al despacho presidencial de Génova.

Por último, a Aznar también puede agradecer Rajoy el "fuego amigo" de aquellos medios y periodistas que, siendo de derechas, llevan años fustigando a Rajoy por débil, y comparando una y otra vez su flojeza con la entereza rocosa de Aznar. El primero, este Pedro J. Ramírez que ahora Rajoy se ha quitado de encima, y que, pese a lo escandaloso de que un gobierno maniobre para controlar un medio crítico, pocas razones tiene para presentarse como un mártir de la libertad de expresión.
Incluso buena parte de la herencia que Rajoy adjudica a Zapatero, la de los problemas económicos, habría también que repartirla con los gobiernos de Aznar, que tanto hicieron por inflar la burbuja de ladrillo, vender recursos públicos que hoy nos vendrían de perlas, consentir el despelote en las cajas de ahorro (con su amigo Blesa a la cabeza), y dejar el país desguarnecido para cuando llegasen los malos tiempos.

Dicen que ahora por fin, con la salida de algunos ex populares hacia el nuevo partido Vox, el desplante ruidoso de Aznar, y el alejamiento de una parte de las víctimas, es cuando Rajoy rompe de verdad con el pasado y podrá caminar algo más ligero, sin sentirse aplastado por la herencia recibida.
Pero claro, el drama de Rajoy es que poco puede quejarse de la herencia recibida, y nunca terminará de alejarse del todo, porque él mismo es parte de esa herencia recibida.

ISAAC ROSA - Periodista
Publicado en "EL Diario" - 30/1/14