Mariano hizo historia ayer en la Asamblea de las Naciones Unidas. En la misma tribuna donde Yaser Arafat apareció con un ramo de olivo y una pistola y Nikita Krushev con un zapato, Mariano fue el único líder mundial que habló con pelos en la lengua. Como había que tratar algún tema internacional, Mariano disertó sobre Gibraltar, un problema que nos interesa a los españoles más bien poco, pero es que si no era Gibraltar al final le hubiera tocado hablar de la cadera del rey, del fichaje de Bale o del toro de la Vega, prácticamente los únicos temas que domina. De lo demás, Mariano no sabe, no contesta.

Cuando le preguntaron sobre los cuadernos de Bárcenas, Mariano estuvo a punto de bordar aquella improvisación magistral de Robert DeNiro en Taxi Driver: “You talkin’ to me?” Pero al final no se atrevió con el inglés, lo cual fue una lástima, y prefirió seguir en el papel que ha bordado toda su vida: el de Doctor No. No hubo financiación ilegal y además no se puede demostrar. El de Doctor No no es un papel sencillo, no basta con decir no, no: hay que esforzarse un montón en ir contra corriente. Mariano es un Doctor No del método y lo explicó con apabullante claridad: “Yo trabajo para darle la vuelta a las previsiones. Fíjese las previsiones económicas que había sobre España y dijimos: Vamos a trabajar para darle la vuelta”. Ahí tiene toda la razón, le dieron la vuelta a las previsiones económicas y se cayeron todas al fondo del barranco junto con seis millones de parados y las perspectivas de empleo a cero.
“Ahora vamos también a trabajar para cambiar algunas cosas que están instaladas en el conjunto de la sociedad española”. Aquí Mariano se puso críptico y la periodista no se atrevió a que especificara si se refería al sistema educativo recién desguazado, a la sanidad en estado de coma o a esa fea costumbre que tienen los españoles de dormir bajo techo y que se está acabando gracias a la diligencia policial, que no duda en devolver las viviendas a sus legítimos propietarios, los bancos, aunque para ello haya que echar a la puta calle a niños y a ancianos inválidos. A lo mejor dijo “cosas” donde quería decir “casas”. Vete a saber.
Cuando la periodista, siempre obcecada en esquivar la ingente labor del gobierno español en defensa de la cultura taurina, le preguntó sobre la destrucción de las pruebas requeridas por el juez, el Doctor No se refugió en su búnker de sabiduría socrática: “Lo desconozco absolutamente. No sé si estaban, si estuvieron, si alguien las quitó. No puedo hablar de ese asunto porque lo desconozco”. La envidia cochina de Nixon revolviéndose en su tumba se oyó claramente en varios micrófonos pochos de la CIA. Probablemente la única entrevista en la historia de la televisión estadounidense donde el entrevistado salió del plató más desconocido aún que antes de entrar.
DAVID TORRES - Blog "Punto de fisión"
Publicado en "Público" el 27/9/13