Ha saltado la noticia de que la Ministra de Fomento se ha desplazado a Panamá para tratar el problema que se ha planteado como consecuencia del supuesto sobrecoste que Sacyr exige para continuar con las obras de ampliación del Canal de Panamá, bajo la expresa amenaza de su paralización. Siempre creí que los intereses de una empresa privada no deben de convertirse en una cuestión de Estado, máxime cuando quienes actualmente gobiernan presume de una concepción liberal del mercado. Pero quizás ha llegado la hora de pagar favores.

En noviembre pasado Manuel Manrique se indignaba por el descrédito que sufría la marca España como consecuencia de la investigación emprendida por el Juez Ruz, al cuestionar la buena reputación de las empresas españolas. Sin embargo es ahora la empresa que preside, con una actitud propia de la picaresca más recalcitrante, la que está poniendo por los suelos a la propia marca España, cuyo descrédito a nivel internacional resulta más que evidente, y sus consecuencias en el futuro se pagarán por la desconfianza que se puede suscitar a la hora de contratar con empresas españolas.
El pasado viernes, en una entrevista en la cadena SER, un portavoz de Sacyr reconocía que no había tenido lugar un aumento de obra, y eran situaciones imprevistas (citaba, entre otras la inadecuada calidad de los materiales empleados para preparar el cemento) las que habían dado lugar al sobrecoste de las obras; lo que en modo alguno justifica un incremento de un 50% sobre el precio inicialmente previsto, y nos permite sospechar que se acudió inicialmente a una baja temeraria para obtener la adjudicación de las obras, a sabiendas de que tarde o temprano harían valer la situación ahora planteada.

FERNANDO DE SILVA - Abogado
Publicado en "El Plural" - 6/1/14
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